Salve Phenix

Blog personal de Moisés Jurado

27.7.05

Bukowski... y un cigarrillo más

Caracas; miércoles 27 de julio de 2005
3:24 PM: Palo agua. Lluvia cerrada en toda la ciudad. Vientos huracanados. Algo de frío. El ruido de la lluvia invadiéndolo todo. Melancólico.
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Adoro la manera como escribía Bukowski. Aprecio mucho su desprendimiento, su frescura y sinceridad, el entender cuál es el verdadero camino de la belleza, la locura, y la vida misma. Me consigo en su rebeldía sin origen, en sus formas destructoras y, en su ansiedad, porvocada no sólo por las ganas de limpiar su nación del mismo Sistema, sino de barrer el mundo. De un hombre como él, no podemos hablar como "un producto de su propia sociedad, y un reflejo de la msima". Bukowski iba más allá, deletreando las heridas de toda una época, haciéndose él mismo la gládula sensible de un universo cuya Ley, hay que transgredir, cuyos elementos hay que limpiar, purificar y santificar desde el mismo pecado. Prostitutas, alcohólicos, yonquis, ladrones, vagos... seres sin tiempo ni espacio, sin medida ni sentido, caminando en el borde del dolor de estar, de permanecer... Y en esta tarde de lluvia, lo (re)leo y lo (re)tomo, con la misma pasión de cuando descubrí una tarde después de clases, de la mano de un compañero de 3º año de bachillerato, quien lo había tomado de la biblioteca de su padre. Ví que lo estaba terminando y, a continuación, al ver mi interés, me lo prestó. Era una edición algo estropeada, en español de Cartero. Fue allí que recibí la bofetada zen en la cara, por parte del propio Henri Chinaski, y lo demás fueron árboles negros de vino con sus consecutivas tres o cuatro botellas entre el cielo y la tierra, un camastro y una puta sin dientes, ser cartero, ruletero, o ser nada; en Nueva York, Kansas City, Frisco o L.A... Y al fin y al cabo, ¿importaba dónde? Sólo importaba el abandono, el filo de la navaja sacudiéndose en la garganta como una suave pluma. Y el silencio de no ser, de no ser... Tengo amigos, buenos lectores, que no se llevan bien con él: "Un pobre vago borracho, con muy poco que decir". Es posible. Pero hoy, como lo hice aquella primera vez, quiero pasearme por el borde del precipicio cantando, saboreando la piel desnuda y necesitada de mujeres anónimas, lleno de hastío, borracho de sueños sin cumplir que no son míos sino de aquel hombre; un maestro que me golpeó con sus primeras líneas, y me enseñó a balancearme, al borde del abismo.

[Dedicado a César Da Silva]